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“Fue una mala experiencia la que me llevó a cambiar a mis hijos de colegio”.

“No encontré otra salida que el cambio”

“la situación se había enquistado de tal manera con el profesorado, el orientador y la dirección que no hubo otra salida que salir de allí”

Por desgracia, muchos de nosotros hemos escuchado estas frases alguna vez, en conversaciones con vecinos, amigos, familiares…  Y es verdad. Hay ocasiones en las que la única salida para resolver ese problema escolar es el cambio de centro.

Yo siempre me he preguntado por qué hay centros educativos en los que todo tipo de niños se adaptan mejor y otros en los que parte de los niños no encajan. Es como si molestaran.

Como en cada organización, ya sea pública o privada, existe una manera de hacer las cosas, una cultura organizativa que es la que marca los objetivos y el camino para conseguirlos.

En muchas ocasiones se da la paradoja que los colegios situados en barrios más humildes, en los que se da por hecho que la diversidad va a ser una realidad dentro del aula, los niños son más felices, suelen estar más integrados, y tratan con más respeto a esos profesores que, además, suelen tener una preparación por encima de la media, por no hablar de su vocación. La diversidad está tan interiorizada en todo el equipo del centro, desde la dirección hasta el último docente, que ese clima hace muy fácil que cualquier niño encaje.

Conozco el caso de niños que han salido “rebotados” de otros centros, con fama de muy buen nivel académico, y finalmente, cuando dan con uno de estos colegios, los niños son otros. Vuelven a recuperar su autoestima. Vuelven a ser niños, a recuperar esos valores, como el respeto y el compañerismo, que se habían dejado de lado. Éstos suelen ser centros con un carácter más familiar, más cercano.  Los profesores son personas respetadas por sus alumnos, y también muy importante, por los padres y familias de éstos. La diversidad está integrada de una forma natural.

¿Es esta la receta de una posible mejora en nuestro modelo educativo?

Quiero resumir los ingredientes:

  • Clases inclusivas, donde la diversidad está presente, y representa una riqueza.
  • Profesores altamente cualificados y con una profunda vocación.
  • Educación en valores, donde por encima de lo académico, siempre tiene que estar el ayudar a un compañero que lo necesite.
  • Respeto, hacia el profesor y entre los alumnos, así como el de la familia de éstos.

Pero, vamos a asumirlo, nuestras prioridades son otras. Solemos escoger un colegio que esté a la altura de nuestro estatus social y nivel académico. Influye muchísimo las expectativas que hayamos volcado en el futuro de nuestros hijos. Quizá no nos hemos parado a pensar que a diez o quince años vista, los empleos de nuestros hijos serán totalmente diferentes a lo que hoy nos imaginamos, porque de hecho aún hoy no existen.

Estamos obsesionados con el aspecto académico de la educación, y dejamos totalmente de lado otros aspectos, como la educación en valores, la creatividad (que va a ser clave en el futuro), la diversidad, o un aspecto tan importante como es la autoestima de nuestros hijos.

La cultura organizativa de los centros educativos de nuestro alrededor no son más que un reflejo de nuestros propios valores. ¿No deberíamos reflexionar todos los padres sobre qué es lo que queremos para la educación de nuestros hijos? ¿Queremos que éstos crezcan con un nivel académico muy alto, pero con su creatividad totalmente apagada? ¿De qué servirá ese alto nivel académico en un futuro, si actualmente tenemos en nuestro bolsillo una fuente de información infinita, y no me quiero ni imaginar lo que tendrán nuestros hijos cuando sean adultos? ¿No es más importante crecer como personas, aprender a relacionarse con el que es distinto a tí, a valorar la diferencia del ser humano, a despertar la creatividad, a que aprender cosas nuevas sea algo divertido, motivador, y no un trabajo en muchas ocasiones tedioso y repetitivo?

Los cambios tecnológicos tan abrumadores que se acercan nos van a llevar irremediablemente a un cambio, no sólo en el modelo educativo, sino en nuestra propia forma de ver las cosas. Creo firmemente que debemos fijarnos en esos colegios humildes para encontrar las recetas de ese futuro modelo. Es tarea de todos conseguirlo.

 

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