Seleccionar página

Simón, Te vi por primera vez a tus dos años y medio. A través de la pantalla de un ordenador. Oí hablar de ti en los latidos de mi corazón, y te puse edad, nombre y sexo a través de un teléfono. Fue mi ecografía. Eres un milagro que vino con retraso. Bendito retraso. Dime vida, ¿cómo se puede ser tan sabio como lo es el abuelo de la luna?. Es un misterio. Bendito misterio. Siempre digo que no te vi abrir tus ojitos por primera vez, que no pude acunarte ni darte calor en tus primeras milésimas de vida. No era nuestro momento aún. Ese momento era para ti y la madre que te llevo en las entrañas y te hizo ver la luz de la vida un 28 de mayo. Pero la vida es caprichosa y el destino, al que llamamos “Abuelo de la luna” lo escribe diferente a cada persona a la que le otorga un don. Él quiso, que treinta meses después de ese alumbramiento, llegara nuestro momento. Bendito momento. Nuestra almas conectaron al instante, nuestros latidos empezaron a latir a unísono. Mes estabas esperando, te estaba esperando, nos estábamos esperando. No hay madre e hijo más destinados a encontrarse que nosotros dos. Son tantas coincidencias, tu nombre, tu nombre hijo mío, ya sabes que se celebramos tu santo  el mismo día que yo abrí los ojos por primera vez. Tus padres biológicos escogieron un nombre que ya estaba conectado conmigo, con tu padre, con tu hermana, tus abuelos, tus bisabuelos, tus tíos… es una historia imposible de explicar sin ponerte la piel de gallina. Ya la conoces, y nos aseguramos que tenía que ser así y no de otra manera.

Contigo aprendí a valorar la vida de una manera inimaginable. Tan frágil que llegaste, luchando y agarrándote a la vida sin perder la sonrisa. Eres el mayor ejemplo de superación y supervivencia que jamás he visto. Me has hecho crecer, y cada día crezco más a tu lado. Vida mía, no te rías cuando leas esto. Yo soy la que estoy creciendo. Eso es gracias a tu fuerza y ejemplo. Mi primer estirón lo di cuando entraste a quirófano por primera vez para luchar contra la vida y la muerte. Ahí supe que habías llegado a este mundo para enseñar muchas

lecciones. Eres muy grande a pesar de ser un canijo que a sus 12 años todavía no da la estatura para montarse en los columpios más peligrosos de Port Aventura. Tranquilo que en menos de lo que piensas llegarás a la luna sin darte ni cuenta.

Imágenes de la familia Plata Martín por el cumpleaños del hijo de la escritora María Martín Titos para el post «Simón, Bendito Simón. Tus 12 primaveras» qué le escribe su la autora.

No dejes nunca de sonreír como lo haces, de ser un guasón que le saca el humor a todo. Nos iluminas la vida. Ya sabes que mi debilidad eres tu, tu sonrisa, tus ojos y tus orejillas que cada mañana me como al despertarte. Eres tierno, mimoso y se me cae la baba cada vez que me llamas para enseñarme fotos de animales. Mi amante de la naturaleza, sensible y lleno de valores. Sabes descubrir y sacar lo mejor de cada persona. Como siempre me dices: “mamá, todos tenemos algo especial. Sólo tenemos que dar una oportunidad” Viniste al mundo porque tienes mucho que dar, pero también qué recibir, descubrir y superar. Espero tener la oportunidad y la dicha de acompañarte muchos años. Y de que me veas vieja y arrugada, sé que esta parte nunca quieres que te la diga. Pero sueño y confío que así sea.

Gracias a la vida por darme al hijo más maravilloso del mundo entero.  Tú y yo tenemos algo muy especial que no puedo explicar con palabras pero ambos sabemos que no hay que ponerle palabra alguna. Nos basta con abrazarnos. Tu madre que te quiere con pasión y locura. Bendita locura.

Pin It on Pinterest

Share This

Usamos cookies propias y de terceros que recogen datos de navegación. Si continúa navegando se considerará que acepta su uso. Más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar