Seleccionar página

Cumplir años en el mercado medieval de Orihuela no es una casualidad, sino un capítulo más en el libro de mi vida que se despliega con la magia de la historia. Este encuentro con la época medieval es como adentrarse en un lienzo en blanco lleno de relatos antiguos, donde cada calle empedrada y cada rincón respiran la esencia de tiempos pasados.

El año anterior, las velas de mi cumpleaños danzaron en Roma, una ciudad que me conectó con Simonetta Vespucci y donde descubrí que, de alguna manera, soy una mujer renacentista. Cada experiencia, cada lugar visitado, parece tejido con hilos invisibles que revelan un propósito más profundo. La vida se manifiesta como una sucesión de lecciones, y cada cumpleaños se convierte en un capítulo significativo de mi propia historia.

En Orihuela, entre los puestos de mercaderes y las demostraciones de habilidades artesanales, siento la influencia de la Edad Media como la antesala del renacimiento. Aquí, donde la artesanía y la creatividad florecen, descubro los valores que han perdurado a lo largo del tiempo. Las manos de los artesanos, hábiles y laboriosas, son testigos de la persistencia de la habilidad humana a lo largo de los siglos.

La artesanía, con su dedicación y pericia, se revela como un valor humanista que trasciende el tiempo. En cada pieza elaborada con esmero, en cada detalle tallado con precisión, se manifiesta la conexión entre el artesano y su obra.

La Edad Media, con sus lecciones de vida, sirve como cimiento para el Renacimiento, una época de resurgimiento y redescubrimiento. Así, mi cumpleaños en este mercado medieval se convierte en un recordatorio tangible de que cada era, cada período, contribuye a la narrativa colectiva que define nuestra humanidad.

En este día especial, celebro no solo el paso del tiempo, sino la oportunidad de sumergirme en la riqueza histórica que me rodea.  Cumpliendo en el Tiempo de los Juglares me encuentro en un cumpleaños entre Historias y Palabras.

Aquí, donde las piedras cuentan cuentos y las sombras danzan al ritmo de antorchas, he descubierto la magia de un pasado donde los juglares eran los maestros de las historias, y los amanuenses, los custodios del legado escrito de la humanidad en la Edad Media.

Este año, la celebración de mi cumpleaños ha cobrado un significado más profundo, un propósito que se revela en el entrelazamiento de los hilos del pasado y el presente. La escritura y la palabra, herramientas poderosas de los amanuenses, se presentan como los protagonistas de mi nueva narrativa.

La elección de este escenario no es solo un capricho del destino; es un regalo intencionado de mi amado, una muestra de comprensión y aprecio por mi conexión con las palabras. Aquí, en medio de manuscritos y leyendas, siento que la escritura se convierte en un lazo entre la memoria ancestral y mis propias vivencias. Agradezco no solo por este regalo excepcional, sino por la oportunidad de compartirlo con mis padres y mi pareja. En la compañía de aquellos que amo, la celebración adquiere una dimensión más rica y significativa.

Este año, me comprometo a ser el amanuense de mi propia vida, a tejer mis experiencias con las palabras, y a honrar la riqueza de la narrativa que se despliega ante mí. Que la pluma sea mi aliada, y que la historia que escribo en este nuevo año de vida esté llena de capítulos inolvidables.

María Martín Titos.

Pin It on Pinterest

Share This

Usamos cookies propias y de terceros que recogen datos de navegación. Si continúa navegando se considerará que acepta su uso. Más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar