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Estos quince días de descanso y desconexión han servido para empezar una renovación profunda. He de confesar que no ha sido fácil. Los primeros cinco días no entendía por qué no me encontraba en calma. Estaba por fin en mis merecidas vacaciones. Y a mi lado, la persona que más quiero, mi compañero de vida en los últimos veinte años. También, ha sido mi primer verano con mi perrita Luna. Y mientras, mis niños de campamento pasándoselo pipa. Pasaban los días y veía que se había pasado la primera semana y, lejos de estar radiante y descansada, no lograba desconectar. Tampoco el tiempo acompañaba, aunque eso no es excusa. Pero ahí estaba el kit de la cuestión: estaba empezando a acostumbrarme a poner excusas para todo. Transmitía mi pesar a quien tenía alrededor y eso me hacía estar aún peor. Yo soy una persona muy positiva, que saca lo mejor de quien tengo cerca porque me gusta ver el potencial y lo bueno de las personas, de los seres que nos rodean, con alegría de vivir. Pues claro, esto me hacía todavía martillearme más la mente:” ¿Cómo estoy así?. Esta no soy yo” Me decía constantemente: “No me dejan desconectar del trabajo”. Otra excusa más que me sacaba del bolsillo.

En ese plan, nunca iba a conseguir sentirme bien, libre, despejada, descansada, plena. Seguía enganchada al trabajo, a la rutina, a las redes sociales, a miedos tontos, al hacer y más hacer. Hasta que no comprendí que lo que tenía era miedo a no hacer nada, a desprenderme de lo que no necesitaba, de lo vacío, de lo que me hacía daño, del resentimiento, de la tristeza, de la incomprensión, de la excusa de que no tengo tiempo para mí, de que no me dejan en paz… estos son adjetivos nefastos para vivir y menos para descansar unas vacaciones.  Este tipo de lastres te hacen no avanzar. Mi principal excusa para deshacerme de ellos era: “NO TENGO TIEMPO”. Por eso en días de descanso esa excusa no valía. Y además estaba sin niños. Incomprensible. Y es ahí donde empieza la lucha y el dilema conmigo misma.

Los que me conocéis y me seguís, sabéis que siempre digo que la escritura es mi meditación, mi respiro, mi alimento, mi renovación. Pues bien, estos últimos meses sólo me obligaba a escribir para los demás. Es decir, por trabajo, petición de medios de comunicación, de amigos, trayectoria de vida de otras personas, publicaciones pendientes o por fechas especiales de mis seres queridos… Pero había dejado de escribir para mí, para mi mundo. Por eso me ha costado tanto salir de donde estaba anclada.

Una tarde casi acabando estos días de descanso, que más que descanso eran una tortura mental, medité y conecté conmigo misma. Me levanté de dónde estaba tumbada y con unas ganas enormes empecé a escribir mi próxima novela. Sin prisas. Volaba alto, saqué mis alas de mariposa Monarca que me habían cortado y yo había permitido que me las cortaran y emprendí un vuelo hacía un rumbo nuevo.

Todo empezaba a fluir, liberada de excusas, disfrutando de mi familia a tope porque ya no pesaban mis cargas y me encontraba totalmente renovada. Y es en estos últimos cuatro días los que me han recargado las pilas. No sólo a mí, sino a toda mi familia. Porque para que los tuyos estén bien, el primero que tiene que estar bien es uno mismo. Cuatro días con el chip cambiado, desprendida de lastres y con cambio de hábitos empezamos este nuevo rumbo con viento en popa a toda vela.

Es impresionante el poder de la mente, el cambio de hábito en tu rutina. Ahora diez minutos me bastan para recargarme simplemente escuchando música, bailando, leyendo… y todos los días me tomo mi rato de escritura. Es mi momento. Taza, música, papel y boli  para garabatear y en especial escuchar el sonido de las teclas de mi ordenador mientras le doy rienda suelta a mi tercer libro. A partir de ahora no hay más excusas. Con mis imperfecciones, soy feliz. Con mis vivencias, con los momentos buenos y no tan buenos aprendo, ya que estos son mis enseñanzas. Ahora empieza una nueva etapa. Bienvenido verano. Bienvenida de nuevo, María. Martín Titos. Ahora a mover tus alas fuertes y valientes para volar muy alto.

Querid@s lector@s, os animo a cambiar de rumbo de este verano. Somos libres porque tenemos libertad para elegir. Hay que cambiar desde dentro. Sacad vuestras alas y os sorprenderéis de lo fuertes y valientes que son.

www.mariamartintitos.es

Imagen de María Martín Titos. Escritora y empresaria. para post «Excusas» en su web personal. Foto realizada en Playa Genoveses, Cabo de Gata.

 

 

 

 

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