Seleccionar página

Estos últimos meses han sido transformadores. Me he sometido a varias pruebas médicas, seguidas de complicaciones de salud, hemorragias… hasta llegar a este momento, a una cirugía para extirpar mi útero. Fue una decisión que tomé después de mucha reflexión y consulta médica. Necesitaba vaciarme y dejar ir lo que ya no era vida en mí. Era un acto de liberación, un proceso de dejar atrás lo que ya no servía, lo que ya no encajaba en mi camino. Tras la operación, me he dado cuenta de que he nacido de nuevo. Mi útero había sido un espacio de creación, pero también una cárcel de emociones y experiencias pasadas. Al liberarme de esa carga, me he convertido en una mujer diferente, más ligera y libre. He Comprendido que mi energía ha sido liberada y está lista para ser utilizada de manera plena y consciente. Hoy en casa, cuidándome, pensando en mí como nunca lo había hecho antes tengo las fuerzas para poder coger mi portátil y empezar a escribir. Ya sabéis que la escritura es mi medio de sanación y a partir de este momento será mi misión de vida.

Quiero contaros lo que he sentido estas últimas semanas y compartirlo con vosotras. He decidido escribir un post diferente. De la pérdida a la renovación. Iremos a través de su lectura recorriendo etapas y emociones. Sé que muchísimas mujeres se van a identificar conmigo. Mi viaje tras la operación ha sido transformador y lleno de desafíos. Esta experiencia me ha obligado a dejar atrás mucho más que un órgano físico; me ha permitido soltar cargas emocionales que me bloqueaban y encontrar una nueva forma de vivir y crecer.

Empiezo por mi camino a la maternidad: Desde temprana edad, soñé con ser madre biológica. Sin embargo, la vida me llevó por un camino diferente, y me convertí en madre adoptiva. Ser madre por esta vía trajo amor y alegría a mi vida, aun así, tuve que hacer el duelo del hijo biológico que nunca llegó. Fue un proceso doloroso pero necesario para aceptar mi realidad y valorar el regalo de la maternidad en todas sus formas. Y empezaron a surgir a través de la relación con mi hija una serie de emociones y circunstancias que no entendía. Ella me estaba haciendo de espejo con ciertos comportamientos y se convirtió en mi maestra de vida para sanar ciertos vínculos dañados con la parte femenina de mi familia. Han sido años de confusión, culpas e incomprensión hasta llegar a encontrar la paz y el equilibrio del que ahora gozamos. Pensad que mi hija tiene dos madres. No ha sido fácil aprender a compartir ese espacio con ella. Pero ha sido un aprendizaje tan sanador en mi vida que cada cumpleaños le escribo una carta y le hablo sobre nuestros hijos. Este no ha sido un trabajo nada sencillo y además he tenido que hacerlo con consciencia para establecer con mis hijos un vínculo y un apego sano. Este proceso que he vivido antes, durante y después de la operación de mi Útero también ha servido para sanar mi vínculo con las mujeres de mi linaje.

Compartir este capítulo es importante ya que narro una profunda transformación en mi relación con la feminidad, la herencia de mi linaje y, sobre todo, conmigo misma. Al someterme a esta operación lo que realmente se ha extraído de mi interior han sido las cargas emocionales y los bloqueos que habían estado limitando mi crecimiento personal. A través de este proceso, he llegado a comprender y abrazar con amor mi conexión con las mujeres de mi vida: mi abuela y mi madre. En estas últimas semanas hablando con mi madre sobre las mujeres de mi linaje he descubierto en mí muchas partes de ellas que le dan sentido a mi feminidad y a mí poder. Nunca antes en mis cuarenta años de vida lo habíamos hecho.

Desde una edad temprana, las historias de mi abuela y mi madre me han acompañado. Sin embargo, no siempre entendía completamente su experiencia ni cómo se relacionaba con la mía. A medida que crecía y enfrentaba mis propias luchas y desafíos, a menudo me sentía alejada de ellas, incapaz de comprender completamente sus decisiones y experiencias.

Mi sanación llega a través de la pérdida: No sólo es cuestión física, sino también espiritual y emocional. A medida que pasaba por este proceso, tuve la oportunidad de reflexionar sobre mi relación con la feminidad y cómo había sido influenciada por las mujeres fuertes de mi linaje. Comprendí que, al dejar ir mi útero, estaba soltando también las creencias y los patrones que me habían limitado. Y surge una transformación profunda con mi madre y mi abuela. Durante mi recuperación, voy profundizando en mi conexión con mi abuela y mi madre. Comencé a escuchar sus historias con un nuevo sentido de empatía y comprensión. Me di cuenta de que, al igual que yo, habían enfrentado desafíos significativos en sus vidas y habían tomado decisiones valientes e independientes. Aprendí a apreciar la fuerza que siempre había estado presente en ellas. Lo que antes me causaba dolor y desconcierto, ahora lo acojo con amor. Comprendo que las mujeres de mi vida, incluyéndome a mí misma, somos todas seres humanos imperfectos haciendo lo mejor que podemos en las circunstancias que se nos presentan. La operación de útero se convirtió en un símbolo de liberación y renacimiento, no solo para mí, sino también para mi relación con mi linaje de mujeres fuertes y valientes.

Hoy, me siento afortunada de haber descubierto la fortaleza y el coraje que han estado presentes en las mujeres de mi vida. Esta conexión femenina, esta herencia de valentía e independencia, es un regalo que ahora celebro. Cada una de nosotras es un eslabón en una cadena de mujeres que han enfrentado desafíos y han emergido más fuertes.

Mi historia es un testimonio de cómo la pérdida puede llevar a la sanación y la comprensión. Al dejar ir lo que me bloqueaba, he abrazado una conexión más profunda con las mujeres de mi vida y, sobre todo, conmigo misma. Celebro la fortaleza de todas las mujeres que han influido en mi camino y agradezco la oportunidad de abrazar plenamente mi propia feminidad y poder.

Mi viaje también incluye un divorcio, una etapa de mi vida que me hizo cuestionar mi identidad y mi futuro. A través del dolor y la adaptación, aprendí que la resiliencia y la autenticidad son las claves para reinventarnos después de una ruptura. Me di cuenta de que podía encontrar la fuerza para sanar y avanzar, incluso cuando parecía imposible.

A medida que pasaba por estos desafíos, descubrí que la renovación viene después de la pérdida. Aprendí a valorar mi propia fuerza interior y mi capacidad para adaptarme a las circunstancias cambiantes. Mi experiencia me enseñó que, incluso cuando perdemos algo preciado, siempre hay espacio para el crecimiento y la transformación.

Mi operación de útero ha sido un recordatorio de que, a veces, debemos dejar atrás lo que ya no nos sirve para abrazar el futuro con los brazos abiertos. He aprendido a apreciar las bendiciones que tengo en mi vida y a confiar en que el camino que se presenta ante mí está lleno de nuevas oportunidades y aventuras.

En el centro de cada mujer reside un espacio de creación inmenso y poderoso: el útero. Este órgano no solo da vida, sino que también es el crisol de nuestros sueños, proyectos y deseos. Sin embargo, a veces, ese espacio sagrado puede estancarse, obstaculizando nuestra capacidad de crear y manifestar lo que anhelamos. Hoy, quiero compartir mi historia de transformación, de cómo vaciar mi útero ha sido el acto necesario para renacer y permitir que fluya una nueva energía en mi vida. El útero es un lugar mágico y enigmático donde nuestros sueños y aspiraciones toman forma. Es el epicentro de la vida y la creatividad, pero también puede convertirse en un receptáculo de emociones y experiencias no resueltas. Cuando permitimos que se estanque, puede impedirnos crear y manifestar lo que deseamos en nuestra vida.

Ahora, con mi útero vacío, tengo la capacidad de usar mi energía de una manera completamente nueva. Puedo dirigirla hacia mis metas, mis sueños y mi bienestar. Me he convertido en una cocreadora activa de mi propia vida, consciente de que tengo el poder de manifestar lo que deseo.

La cirugía que me quitó el útero también simbolizó una liberación de proyectos estancados en mi vida. Me di cuenta de que, al igual que mi órgano, había partes de mí que necesitaban ser eliminadas para dar paso a nuevas oportunidades y crecimiento. Fue un proceso doloroso, pero esencial, para redescubrir mi pasión y creatividad.

Mi historia es un recordatorio de que la transformación a veces requiere dejar ir lo que ya no nos sirve. No importa si has pasado por una cirugía o si estás liberando emociones y experiencias del pasado, el acto de vaciar el útero, de soltar, es un acto de empoderamiento. Te permite renacer y utilizar tu energía de manera consciente para traer a la vida lo que realmente deseas.

Mi historia es un testimonio de la capacidad humana para superar la adversidad y encontrar la renovación en medio de la pérdida. A través del duelo, el amor propio y la búsqueda de nuevas pasiones, he descubierto un nuevo sentido de propósito y una apreciación más profunda por la vida. Hoy, celebro mi capacidad de dejar atrás lo que ya no es útil y abrazar un futuro lleno de posibilidades.

María Martín Titos.

Pin It on Pinterest

Share This

Usamos cookies propias y de terceros que recogen datos de navegación. Si continúa navegando se considerará que acepta su uso. Más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar